Cuando solo unos pocos sabían leer y escribir, las piedras hablaban mostrando imágenes pintadas o esculpidas en ellas. El cielo se representaba con santos, animales y flores exóticas y todo tipo de alegorías del paraíso. En cambio el infierno era representado por hombres gritando, esqueletos, híbridos, monstruos, dragones y demonios de lo más singular. Su propósito era dar miedo y sin duda lo conseguían.
Otras nos daban clases de astronomía, como el fresco pintado en las Escuelas Menores representando el Cielo de Salamanca:
Es una tradición buscar la rana en la fachada de la catedral pero en los últimos años ha surgido una nueva tradición: Encontrar el astronauta en la puerta de la catedral. Esta figura anacrónica se incorporó a la decoración del pórtico de la catedral en 1992 cuando se estaba rehabilitando con motivo de la exposición de Las Edades del Hombre que se celebraría allí al año siguiente.
Un derroche de arte a cada paso, cuentos y leyendas escondidas dentro y fuera de sus monumentos. Si de día es abrumadora, de noche es mágica.